Gitanos, los «actores invisibles»
de la Guerra Civil
Solo unos pocos estudios
recientes se han ocupado de averiguar cómo vivió, sufrió y luchó el pueblo
cíngaro entre 1936 y 1939, donde más allá del pintor anarquista Helios Gómez o
el beato «El Pele», es difícil encontrar a algún protagonista
El pintor anarquista Helios
Gómez, el beato Ceferino Jiménez Malla «El Pelé», un tal «Oselito» Palma León…
y ya. Si quisiéramos contar los gitanos que, por unas razones u otras,
alcanzaron cierta notoriedad durante la Guerra Civil, acabaríamos muy pronto.
Casi nada sabemos de este pueblo errante al que la prensa de la época
calificaba de «andariego», «indocumentado», «de alegre discurrir» y cuyos hijos
«nacían en los caminos». Tan solo un par de estudios recientes se han ocupado
de averiguar cómo vivieron, sufrieron y lucharon los gitanos en aquella España
que se desangraba.
Su participación en los conflictos bélicos de siglos pasados tampoco es muy conocida, aunque en el caso de la Guerra Civil resulta aún más sorprendente, ya que se trata de un conflicto relativamente reciente sobre el que se han publicado una cantidad ingente de libros, tesis, novelas, artículos o películas sobre los aspectos más diversos.
Una de las principales razones,
según coinciden los escasos investigadores que se han ocupado de este tema, es
que los gitanos vivieron la guerra como un conflicto en el que no quisieron
verse involucrados. Eran fieles a su estilo de vida nómada y sobrevivían del
comercio al margen de ese gran marasmo de ideologías que convivían en España,
proyectadas en numerosos partidos políticos, sindicatos y organizaciones.
«Le cambiábamos la banderilla al
burro»La antropóloga Teresa San Román –que ha estudiado en los últimos 30 años
la situación de distintas comunidades gitanas– constata en «La diferencia
inquietante» (Siglo XXI, 1997) esta misma tesis, reflejada a través del
testimonio de un anciano gitano sobre su experiencia en la Guerra Civil: «Si
ganaban los que “aluego” ganaron –contaba– nos iban a hinchar a palos y nos
iban a tirar (echar) de todas partes. Y si quedaban los otros, nos iban a matar
trabajando en cualquier mina de por ahí y hasta que nos quitarían a nuestros
hijos, decían. Ni unos ni otros respetaban nuestras cosas, ni siquiera a
nuestros muertos. Así es que el tío X y yo, que íbamos juntos, le cambiábamos
la banderilla al burro según pasábamos por aquí o por allí».
Para Padilla, también
investigador del grupo «Historia del Tiempo Presente» de la Universidad de
Almería y responsable del Archivo Militar de Almería y Granada, esto no quiere
decir que no existieran gitanos que lucharan en el bando franquista o el
republicano. Como al resto de españoles, esto, por lo general, no se escogía,
por lo que muchos se emplearon como artilleros y llegaron a ser cabos o
sargentos, hasta el punto de que podemos encontrar a unos cuantos condecorados
tanto en un bando como en otro.
Helios Gómez, el «artista
revolucionario»Helios Gómez fue quizá la figura más representativa de los
gitanos durante la Guerra Civil. Este pintor, cartelista y poeta comprometido
con el anarcosindicalismo andaluz trabajó para infinidad de periódicos y
recorrió Europa en la década de los 30 enarbolando su raza. «El sino de este
gran artista, gitano y revolucionario, le manda siempre estar donde el pueblo
viva horas dramáticas», decía de él el diario «Crónica», el 15 de octubre de
1936.